Dos hermanos graduados del MIT, son acusados de robo por US$25 millones en Criptomonedas

Llega una noticia que parece sacada de una novela de suspense tecnológico, dos hermanos y exalumnos del MIT han sido acusados de una audaz estafa criptográfica, robando la asombrosa suma de 25 millones de dólares en criptomonedas en un tiempo récord.

Anton Peraire-Bueno, de 24 años, y James Peraire-Bueno, de 28, están pasando su segunda noche tras las rejas. Los hermanos, que estudiaron en el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), fueron arrestados ayer en Boston y Neva York, respectivamente, tras presuntamente robar millones de dólares en criptomonedas.

El Departamento de Justicia de Estados Unidos brinda algunos detalles al respecto. Según un comunicado, los acusados montaron un novedoso plan para vulnerar la integridad de la cadena de bloques de Ethereum y así obtener el equivalente a 25 millones de dólares en activos digitales. El delito inicial, explican, se habría concretado en 12 segundos.

Los cargos presentados contra Anton y James Peraire-Bueno incluyen fraude electrónico, conspiración para cometer fraude electrónico y conspiración para cometer lavado de dinero. Si son declarados culpables, los hermanos podrían enfrentar hasta 20 años de prisión por cada uno de los cargos imputados. Este caso resalta la creciente amenaza que representan los delitos financieros en el mundo digital y la necesidad de medidas de seguridad más rigurosas para proteger las plataformas de criptomonedas.

El plan para llevar a cabo el robo de $25 millones en criptomonedas fue elaborado con un alto nivel de detalle y sofisticación. Los hermanos Peraire-Bueno identificaron una vulnerabilidad específica en la cadena de bloques de Ethereum, que les permitió actuar como validadores falsos y redirigir transacciones a su favor. Esta técnica requería un profundo conocimiento de los protocolos de validación de Ethereum, conocimientos que adquirieron durante su formación en el MIT.

Para ejecutar el plan, los hermanos establecieron varias empresas ficticias, las cuales fueron utilizadas para lavar los fondos robados y dificultar su rastreo por las autoridades. Este enfoque no solo permitió ocultar la verdadera naturaleza de sus transacciones, sino que también les dio una fachada legítima que complicaba aún más la detección de sus actividades ilícitas.