Esta mañana, la costa este de Estados Unidos registró un inusual sismo de 4,8 de magnitud que sacudió a ciudades como Nueva York, Nueva Jersey, Filadelfia y Connecticut, aunque sin dejar daños o víctimas. El fenómeno, sin embargo, fue uno de los más intensos en la historia de la región y sorprendió a los habitantes, que rara vez experimentan episodios de esta naturaleza.
El terremoto se produjo 10:23 hora local, y su epicentro fue a siete kilómetros al noreste de la estación Whitehouse, Nueva Jersey”, el estado fronterizo de Nueva York, al otro lado del río Hudson.
El movimiento telúrico se produjo a una profundidad de 5 kilómetros, según el USGS.
Según datos del Centro Nacional de Información Sísmica, en la región noreste sólo han habido unos 2.000 sismos desde 1700, con sólo 13 de ellos considerados “peligrosos”.
No se reportaron daños o heridos significativos de inmediato. “No tenemos información en este momento sobre daños significativos, seguimos evaluando la situación”, escribió en X (antes Twitter) Fabien Levy, el portavoz del alcalde de Nueva York Eric Adams.
“Estoy bien”, aseguró también en X la cuenta del emblemático Empire State Building.
Los sismos se producen tras una liberación de presión, que ocurre en forma de ondas sísmicas, ante fallas o fracturas de la corteza terrestre. Éstas, a su vez, derivan del deslizamiento de la corteza exterior del planeta -o placas tectónicas- que están en constante movimiento y que, en ocasiones, pueden tensarse y sufrir fricción, dando lugar a la liberación de energía, o sismos. Es por ello que este tipo de fenómenos no tiene estacionalidad ni momento para ocurrir.
Asimismo, a estas condiciones preexistentes deben sumarse situaciones propias de la cotidianidad, como los períodos de sequía o las intensas lluvias, que afectan este escenario. Por ejemplo, las inundaciones producen una suba en el nivel del agua que puede generar deslizamientos que “lubrican” las fallas. Inclusive, el aumento del nivel del mar del que tanto se alerta en Nueva York también incrementa la presión sobre las plataformas y la costa, aumentando la frecuencia de los sismos.